Compartir en Twitter
Go to Homepage

ARES GALAXY Y EL REINADO PERDIDO DEL PEER TO PEER

August 10, 2025

Ares Galaxy y el reinado perdido del peer to peer

A comienzos del siglo XXI, internet vivía un momento de transformación acelerada. La música, el cine y el software ya no eran solamente bienes físicos, sino archivos que podían ser copiados y distribuidos en segundos. En medio de este contexto, un programa creado por un grupo anónimo de desarrolladores italianos, sin oficinas, sin inversores y sin supervisión legal, se convertiría en uno de los gigantes del intercambio de archivos: Ares Galaxy.

Lo que comenzó como un experimento underground terminó moldeando la forma en que una generación entera accedía a cultura digital. La historia de Ares no es solo la de un software de descargas, sino la de una batalla tecnológica, legal y cultural que marcó el inicio de una nueva era, y que también anticipó la transición hacia el streaming.

El vacío dejado por Napster

En 2001, el cierre de Napster a causa de demandas de la industria musical dejó un vacío inmenso en el ecosistema del peer-to-peer. Los usuarios que se habían acostumbrado a la inmediatez de descargar canciones gratis se encontraron de repente sin una herramienta global que lo facilitara.

En ese momento, varios programas intentaron ocupar su lugar: Kazaa, eDonkey2000, LimeWire y otros menos conocidos. Todos ellos, sin embargo, enfrentaban problemas recurrentes: exceso de publicidad, malware, interfaces complejas o vulnerabilidad ante acciones legales.

Fue entonces cuando un colectivo italiano llamado SoftCap comenzó a trabajar en algo distinto. Entre sus miembros —o quizá como figura central— apareció un nombre que se volvería mítico: Alberto Trevisan, alias Comet Seeker. No está del todo claro si Trevisan era una persona real o un seudónimo colectivo, pero lo cierto es que en 2002 surgió la primera versión de Ares.

Los orígenes: de la red Gnutella a Galaxy

Ares inició como un cliente más de la red Gnutella, similar a LimeWire. Sin embargo, su gran salto vino seis meses después, cuando los desarrolladores decidieron abandonar Gnutella y crear su propia red descentralizada: Ares Galaxy.

Esta nueva red utilizaba un sistema de supernodos, computadoras que, además de descargar y compartir, actuaban como puntos de indexación para acelerar las búsquedas. El resultado era una red más rápida, eficiente y resistente a bloqueos externos.

Lo revolucionario de Ares no era tanto la tecnología en sí, sino la simplicidad de su interfaz. En un momento en el que eDonkey requería configuraciones técnicas y Kazaa estaba plagado de anuncios intrusivos, Ares ofrecía:

  • Instalación rápida sin configuraciones complejas.
  • Buscador veloz con resultados abundantes.
  • Reproductor integrado para previsualizar archivos.
  • Soporte de descargas múltiples y prioridades.
  • Compatibilidad con conexiones lentas de la época.

Cualquiera podía usarlo sin conocimientos técnicos, desde adolescentes en cibercafés hasta usuarios domésticos con su primer PC.

Auge en Latinoamérica y España

Entre 2004 y 2008, Ares alcanzó su máximo esplendor. En países como México, Argentina, Perú y España, la combinación de conexiones de banda ancha iniciales y el alto costo de los discos y DVDs originales impulsó su uso masivo.

En muchos cibercafés, Ares estaba preinstalado en todas las máquinas. Los dueños incluso ayudaban a los clientes a buscar y descargar música, películas y programas. Un USB o un CD grabable bastaban para llevarse a casa horas de contenido.

El efecto red se hizo evidente: cuantas más personas usaban Ares, más contenido estaba disponible; y cuantas más opciones había, más usuarios se unían. Este ciclo de retroalimentación convirtió a la red Galaxy en un ecosistema gigantesco.

Para 2007, Ares contaba con más de 50 millones de usuarios activos y superaba los 100 millones de descargas mensuales.

El choque con la industria del entretenimiento

El impacto económico sobre la industria musical y cinematográfica fue notable. Según datos de la IFPI, las ventas de discos cayeron más de un 40% en España entre 2001 y 2008. Los estrenos de cine aparecían en Ares en cuestión de días, muchas veces en grabaciones cam de baja calidad pero suficientes para el público que no podía pagar una entrada.

La respuesta de la industria incluyó:

  • Demandas contra usuarios en países como Argentina y Estados Unidos.
  • Campañas de concientización sobre la “piratería digital”.
  • Introducción de archivos falsos en la red para entorpecer las descargas.
  • Colaboración con empresas como MediaDefender para sabotear redes P2P.

Sin embargo, Ares tenía una ventaja legal: al ser software libre y estar mantenido por una comunidad descentralizada, no había una empresa concreta a la que demandar.

Factores de la caída

Pese a su popularidad, la decadencia de Ares fue tan rápida como su ascenso. Entre 2008 y 2010, varios factores se combinaron para erosionar su base de usuarios:

  1. Proliferación de virus y malware
    La red comenzó a llenarse de archivos maliciosos. Descargar algo se volvió una apuesta arriesgada, incluso con valoraciones positivas.

  2. Clones fraudulentos
    Aparecieron versiones falsas de Ares con adware, barras de herramientas como la de Ask.com y software espía.

  3. Competencia legal y estable
    Plataformas como Spotify, Netflix y Steam ofrecieron contenido legal sin riesgos de seguridad, con catálogos crecientes y suscripciones asequibles.

  4. Migración hacia torrents
    El protocolo BitTorrent ofrecía descargas más rápidas, archivos más grandes y comunidades organizadas.

  5. Desgaste de la reputación
    El mito de Ares como herramienta segura y eficaz se desmoronó. Muchos cibercafés llegaron a prohibirlo.

El legado de Ares Galaxy

Aunque hoy Ares sobrevive como un cliente de código abierto disponible en sitios como SourceForge, su relevancia cultural está en el pasado. Su historia refleja una transición clave:

  • Del acceso restringido a la democratización digital.
  • De la descarga insegura al consumo en streaming.
  • De redes descentralizadas improvisadas a ecosistemas legales globales.

Para quienes vivieron su auge, Ares no fue solo un programa: fue una puerta a un universo antes inaccesible. Representó la idea de que cualquier persona, en cualquier lugar, podía acceder a música, películas o software sin barreras económicas.

En retrospectiva, Ares fue el último gran titán del peer-to-peer antes de que el streaming conquistara el mundo. Su ascenso y caída encapsulan una época donde internet era más salvaje, más libre y también más peligrosa.

Hoy, al mencionarlo, surge una mezcla de nostalgia y advertencia: nostalgia por la libertad y la emoción de descubrir; advertencia por los riesgos y la inestabilidad de un modelo que, inevitablemente, estaba destinado a transformarse.

Ares fue, en definitiva, un capítulo irrepetible en la historia de la cultura digital.