
DEL AUGE AL OCASO DEL BORED APE YACHT CLUB
2021 el nacimiento de los monos aburridos
El año 2021 fue un parteaguas en el ecosistema de las criptomonedas y los activos digitales. Mientras Bitcoin alcanzaba máximos históricos y Ethereum consolidaba su posición como la principal plataforma para contratos inteligentes, los tokens no fungibles (NFTs) emergían como el fenómeno cultural y financiero del momento. Los NFTs, representaciones únicas de activos digitales almacenados en blockchain, prometían transformar la forma en que se concebía el arte, la propiedad digital y la economía de internet.
En medio de esta efervescencia, cuatro desarrolladores bajo el nombre de Yuga Labs lanzaron el Bored Ape Yacht Club (BAYC) en abril de 2021. La colección estaba formada por 10,000 imágenes generadas algorítmicamente de monos con aspecto aburrido, adornados con sombreros, gafas, ropa excéntrica y otros accesorios. A diferencia de proyectos pioneros como los CryptoPunks, BAYC no se limitaba a ofrecer arte digital: prometía acceso a un club exclusivo.
El acceso a BAYC incluía beneficios intangibles como:
- Pertenencia a un servidor privado de Discord con otros poseedores.
- Acceso a un mural colaborativo digital llamado “The Bathroom”.
- Invitaciones a futuros eventos exclusivos, conocidos después como Ape Fest.
- Derechos comerciales para usar el simio adquirido en proyectos personales o comerciales.
Lo que en un inicio parecía un proyecto de nicho, pronto se convirtió en un fenómeno cultural. Los precios de los NFTs, que inicialmente costaban alrededor de 0.08 ETH (unos cientos de dólares en 2021), empezaron a dispararse con rapidez a medida que los rumores de exclusividad y estatus se propagaban.
2021-2022 la consolidación como símbolo de estatus
El verdadero salto de BAYC se produjo cuando comenzaron a sumarse las celebridades. Neymar, estrella del Paris Saint-Germain, adquirió un simio y lo convirtió en su foto de perfil. Eminem compró otro ejemplar por más de 400,000 dólares y lo integró en su imagen pública. Jimmy Fallon presentó orgullosamente su NFT en televisión y Paris Hilton lo mostró en programas de entrevistas, llevando la tendencia de los monos aburridos a la cultura mainstream.
Este efecto de validación social fue explosivo. Tener un Bored Ape ya no era solo ser parte de una comunidad digital, era un símbolo de estatus comparable con relojes de lujo o autos deportivos. En un mundo cada vez más digitalizado, el prestigio se medía en activos virtuales y BAYC se convirtió en el emblema de ese nuevo paradigma.
Los eventos Ape Fest en Nueva York consolidaron aún más esa narrativa. Conciertos privados de Snoop Dogg y otros artistas, barras libres, mercancía exclusiva y networking de élite digital crearon la sensación de que pertenecer al club era tener acceso a un futuro reservado para pocos. Para finales de 2021, algunos ejemplares de BAYC se vendían por más de un millón de dólares. La comunidad celebraba cada venta récord como si fuese una victoria colectiva.
Los medios internacionales amplificaron la euforia. Reportajes en periódicos, noticieros y revistas describían el proyecto como el futuro del arte digital y del entretenimiento en el metaverso. Sin embargo, pocos cuestionaban la falta de una hoja de ruta sólida. El valor se sostenía principalmente en la especulación y en la narrativa de exclusividad.
2022 diversificación y primeras grietas
En 2022, Yuga Labs buscó expandir el universo de BAYC. Lanzaron el Mutant Ape Yacht Club (MAYC), una colección derivada que permitía a los poseedores de monos aburridos “mutar” sus NFTs con sueros digitales, generando nuevas piezas. También presentaron el Bored Ape Kennel Club, una serie de perros NFT como compañeros de los simios, y anunciaron planes para Otherside, un metaverso propio que prometía revolucionar la forma en que se vivían las experiencias digitales.
Aunque estas iniciativas generaron millones en ventas adicionales, también empezaron a mostrar el carácter especulativo del ecosistema. El valor de los activos se sustentaba en promesas y expectativas más que en productos concretos. Otros proyectos externos, creados por holders que intentaban explotar sus derechos comerciales, fracasaban estrepitosamente. Desde restaurantes temáticos hasta series animadas como The Red Ape Family, ninguno logró un impacto duradero.
Al mismo tiempo, el mercado NFT comenzó a saturarse. Proyectos como Lazy Lions, Pudgy Penguins, Doodles y muchos más replicaban el mismo esquema: 10,000 imágenes generativas, Discord privado, promesas de utilidad futura y un intento de crear comunidad. La exclusividad que había hecho especial a BAYC empezó a diluirse en un mar de imitaciones. La burbuja se inflaba más rápido de lo que podía sostenerse.
Medios especializados y analistas financieros empezaron a advertir sobre la falta de fundamentos sólidos. El entusiasmo inicial dio paso a cuestionamientos sobre el valor real de estos activos digitales y su capacidad para sostener precios millonarios.
2022-2023 el declive silencioso
A finales de 2022 y principios de 2023, los síntomas de agotamiento eran evidentes. El volumen de ventas de NFTs caía de manera constante y los precios de los Bored Apes empezaron a desplomarse. Lo que antes se vendía en cientos de miles de dólares comenzó a encontrar compradores apenas por decenas de miles. En algunos casos, ni siquiera había demanda.
Las celebridades que antes presumían orgullosamente sus simios comenzaron a retirarse discretamente. Neymar cambió su foto de perfil, Jimmy Fallon evitó mencionar el tema y Justin Bieber dejó de hablar de su adquisición. Lo que había sido símbolo de estatus se transformó en una mancha reputacional.
La comunidad en Discord, alguna vez vibrante, se llenó de incertidumbre. Las conversaciones giraban más en torno a pérdidas financieras que a promesas de futuro. El entusiasmo se apagaba y la burbuja comenzaba a estallar.
Los intentos de aprovechar comercialmente los derechos de los NFTs también fracasaron. Marcas de ropa, cadenas de comida rápida y proyectos de entretenimiento que usaban Bored Apes como emblema no lograron consolidarse. Sin un ecosistema sólido ni apoyo real de Yuga Labs, la mayoría quedaron en iniciativas marginales.
El mercado entró en pánico. La caída de precios aceleró el proceso: menos compradores significaba menos liquidez, lo que a su vez hundía aún más los valores. La narrativa de lujo digital colapsaba bajo su propio peso.
2023 el intento desesperado donkey dash
Con el mercado NFT desplomándose y BAYC perdiendo relevancia, Yuga Labs buscó un último intento de resurrección. En enero de 2023 lanzaron Donkey Dash, un videojuego que mezclaba estética humorística y mecánicas de endless runner. Para participar era necesario poseer un Sewer Pass, un NFT especial que llegó a venderse en el mercado secundario por más de 6,000 dólares.
El objetivo era simple: atravesar escenarios digitales en busca de la Golden Key, un NFT único que sería entregado al mejor jugador. La comunidad se movilizó con intensidad: algunos alquilaban sus pases, otros contrataban jugadores profesionales de esports y hasta surgieron bots y scripts para mejorar puntuaciones. El juego era menos una experiencia lúdica y más una subasta encubierta con estética digital.
La Golden Key finalmente se vendió por 1.6 millones de dólares, generando titulares y reviviendo momentáneamente la conversación sobre BAYC. Durante unas semanas, la colección recuperó cierta visibilidad y el volumen de transacciones aumentó. Sin embargo, el efecto fue efímero. Una vez concluido el evento, el mercado volvió a desplomarse. El intento desesperado de Yuga Labs solo prolongó la agonía del proyecto.
Para mediados de 2023, los Bored Apes habían perdido más del 90% de su valor respecto a sus máximos históricos. Lo que alguna vez fue símbolo de estatus se convirtió en un recordatorio doloroso de las burbujas especulativas digitales.
Conclusiones
El Bored Ape Yacht Club pasó de ser el fenómeno más icónico del auge de los NFTs a un ejemplo clásico de burbuja especulativa. Lo que comenzó como una colección de imágenes irreverentes se convirtió en símbolo de lujo digital, impulsado por celebridades y por una narrativa de exclusividad. Sin embargo, la falta de un ecosistema sólido, la saturación del mercado y la dependencia absoluta del hype provocaron su colapso.
Yuga Labs generó ingresos millonarios, pero nunca construyó las bases para un proyecto sostenible. Cada reventa generaba comisiones, pero no había un plan claro para dar valor real a la comunidad. La lección que deja BAYC es clara: en los mercados digitales, la viralidad puede inflar activos hasta alturas impensables, pero sin fundamentos sólidos, todo termina por estallar.
Hoy, BAYC sigue existiendo, aunque reducido a una fracción de lo que fue. Su historia es ya parte de la crónica de la era cripto: un recordatorio de que la innovación tecnológica debe ir acompañada de utilidad real y de que la especulación, aunque tentadora, siempre termina cobrando factura.