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EL OCASO DE LOS PROGRAMADORES VETERANOS EN LA ERA DIGITAL

August 19, 2025

Durante décadas, la programación se percibió como una de las profesiones más prometedoras del siglo XXI: salarios competitivos, alta demanda de talento y oportunidades de crecimiento sin precedentes. Sin embargo, en los últimos años, un fenómeno silencioso pero implacable ha comenzado a transformar la industria: la desaparición progresiva de los programadores veteranos. Este relato no solo es una crónica de cifras y porcentajes, sino también un reflejo histórico de cómo la edad se ha convertido en un factor de discriminación en el corazón de la economía digital.

Los orígenes de un sesgo generacional

En los años noventa y principios de los dos mil, la revolución de internet abrió un campo fértil para toda una generación de ingenieros y desarrolladores. Empresas como Microsoft, Apple, Google, Amazon y Facebook construyeron imperios tecnológicos sobre las espaldas de profesionales que, en muchos casos, hoy superan los 40 o 50 años. Sin embargo, esas mismas compañías que alguna vez se nutrieron de su talento ahora suelen verlos como menos competitivos frente a nuevas generaciones.

El comentario de Craig Barrett, ex CEO de Intel, fue una señal temprana de lo que vendría: “La vida útil de un ingeniero no excede unos pocos años”. Aunque se refería a la velocidad de los cambios tecnológicos, sus palabras anticiparon la percepción empresarial de que los profesionales mayores resultan menos adaptables.

La estadística detrás del cambio

Diversos estudios internacionales confirman una tendencia clara: la industria del software se está volviendo cada vez más joven. Según datos recopilados en 2024, el 39.5% de los programadores activos tenía entre 25 y 34 años, mientras que un 25.5% pertenecía al rango de 18 a 24. En contraste, apenas un 18.4% tenía entre 35 y 44 años, y menos del 6% superaba los 45.

La encuesta anual de Stack Overflow reveló cifras similares: el 70% de los desarrolladores profesionales estaba por debajo de los 35 años y solo un 5% tenía más de 50. En Estados Unidos, los datos del Bureau of Labor Statistics confirmaron que el grupo de 45 a 54 años pasó de representar un 21% de los desarrolladores en 2011 a porcentajes mucho más bajos en la última década.

Este desplazamiento no se debe únicamente a factores demográficos. Encuestas de Harvey Nash señalaron que un 61% de los trabajadores tecnológicos mayores de 45 años considera que su edad limita sus oportunidades laborales. Otros estudios, como los de PayScale, revelaron que los profesionales mayores de 40 años eran un 11% más propensos que los jóvenes a pasar más de tres meses buscando empleo.

La narrativa cultural de Silicon Valley

Las declaraciones de figuras influyentes reforzaron esta percepción. Mark Zuckerberg llegó a afirmar en una charla en Y Combinator que “los jóvenes son simplemente más inteligentes”, una frase polémica que reflejó una mentalidad dominante en Silicon Valley. Para muchos líderes tecnológicos, la juventud equivale a flexibilidad, creatividad y capacidad de adaptación.

El resultado fue un sesgo estructural: startups y grandes tecnológicas comenzaron a privilegiar perfiles jóvenes, no solo por sus competencias recientes, sino también por su disposición a aceptar menores salarios y condiciones laborales más demandantes. En consecuencia, muchos ingenieros con más de una década de experiencia fueron relegados a funciones de gestión, consultoría o directamente desplazados de la industria.

El costo económico de la exclusión

La discriminación por edad en el sector tecnológico tiene un impacto directo en la economía personal de los trabajadores. Diversos reportes muestran que quienes pierden su empleo después de los 45 años tienen pocas posibilidades de recuperar su nivel salarial anterior. Apenas un 10% logra igualar sus ingresos en un nuevo trabajo; la mayoría gana, en promedio, la mitad de lo que percibía en su empleo previo.

Esta precarización se agrava con el tiempo. Entre 2018 y 2024, las vacantes para perfiles junior crecieron un 18% en Estados Unidos, mientras que las contrataciones de desarrolladores experimentados se estancaron. Además, el crecimiento salarial en el sector fue de apenas un 24% en ese mismo periodo, lo que evidencia una estrategia empresarial para contener costos mediante la rotación constante de talento joven.

Factores estructurales y culturales

Aunque la discriminación etaria es un problema evidente, no se puede ignorar que la propia dinámica del sector refuerza estas tendencias. La programación requiere una actualización constante en lenguajes, metodologías y herramientas. Quienes no logran adaptarse al ritmo vertiginoso de cambios quedan en desventaja frente a los recién egresados que llegan con formación actualizada.

Asimismo, la cultura corporativa en muchas tecnológicas favorece un ambiente juvenil. Oficinas abiertas, dinámicas de equipo centradas en productos digitales de consumo masivo y jornadas laborales intensas generan entornos donde los trabajadores mayores no siempre se sienten incluidos. Esto no significa que carezcan de habilidades, sino que los códigos culturales dominantes los desplazan hacia la periferia.

El futuro incierto de los veteranos del software

La pregunta inevitable es si este fenómeno significa el “fin” de los ingenieros veteranos. La respuesta no es absoluta. Existen ejemplos de desarrolladores mayores de 40 que han logrado reinventarse en áreas como ciberseguridad, arquitectura de software o consultoría especializada. Sin embargo, las cifras revelan que se trata de casos excepcionales frente a una tendencia general de exclusión.

En muchos casos, la salida de los programadores experimentados hacia roles no técnicos supone una pérdida para la industria. Su experiencia acumulada podría aportar soluciones más robustas, mejores prácticas y una visión crítica frente a modas pasajeras. Sin embargo, el mercado parece favorecer la rapidez sobre la profundidad, el bajo costo sobre la experiencia.

Conclusión

El declive de los programadores veteranos no es una simple consecuencia del paso del tiempo, sino el resultado de una combinación de factores: la velocidad del cambio tecnológico, la cultura empresarial que glorifica la juventud y la presión de las empresas por reducir costos laborales. En conjunto, estos elementos configuran un panorama en el que los mayores de 35 años enfrentan obstáculos cada vez más serios para mantenerse en roles técnicos.

La historia de la programación, que alguna vez prometió carreras de largo aliento y estabilidad, se está reescribiendo con un capítulo amargo: el del ocaso anticipado de quienes construyeron los cimientos de la era digital. Si la tendencia no cambia, la industria tecnológica corre el riesgo de perder no solo talento experimentado, sino también la memoria histórica de un campo que nació gracias a aquellos pioneros que hoy son marginados.