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EL FRACASO DEL PETRO Y EL INCIERTO BOLÍVAR DIGITAL

August 28, 2025

Los antecedentes del Petro

En 2018, el gobierno de Nicolás Maduro anunció con bombo y platillo la creación del Petro, una criptomoneda que supuestamente estaría respaldada por las vastas reservas de petróleo, gas y minerales de Venezuela. La promesa era clara: crear un activo digital que pudiera sortear las sanciones internacionales, introducir a la población en la cultura cripto y, eventualmente, sustituir al bolívar, que ya se encontraba en un proceso de hiperinflación.

Sin embargo, desde su concepción, el Petro estuvo marcado por el secretismo, la falta de reglas claras y la desconfianza tanto interna como externa. Mientras que criptomonedas como Bitcoin o Ethereum se basan en tecnologías abiertas, descentralizadas y transparentes, el Petro dependía por completo de las decisiones del Estado venezolano. Expertos como el economista Aarón Olmos señalaron que el Petro no era en realidad una criptomoneda, sino más bien una ficha digital con fines limitados y politizados.

El gobierno intentó forzar su adopción integrando a miles de empresas y obligando a realizar algunas transacciones con él, pero la realidad fue distinta. Gran parte de la población nunca lo utilizó, los mercados internacionales lo rechazaron y, con el paso del tiempo, se convirtió en un símbolo del fracaso económico de la llamada Revolución Bolivariana.

El bolívar digital y la promesa de una economía digital

Fracasado el Petro, el chavismo buscó un nuevo intento: el bolívar digital, anunciado en 2021 como una “sorpresa económica” y una vía para modernizar las finanzas del país. Maduro presentó esta nueva etapa como parte de una digitalización completa de la economía venezolana, eliminando progresivamente el papel moneda y migrando hacia pagos electrónicos y sistemas virtuales controlados por el Banco Central de Venezuela.

La medida pretendía resolver dos problemas. Por un lado, la hiperinflación que hacía inservibles los billetes en cuestión de meses; por otro, el estorbo logístico de imprimir, distribuir y manejar grandes cantidades de papel moneda que no tenían prácticamente valor. No obstante, el contexto venezolano planteaba un obstáculo insalvable: la precariedad de su infraestructura tecnológica. Con conexiones a internet inestables, fallos eléctricos constantes y escasez de puntos de pago, resultaba contradictorio pretender digitalizar un país que carecía de las bases materiales para sostener tal transformación.

Contexto internacional y la influencia de China

El bolívar digital no puede entenderse de forma aislada. Su diseño y concepción parecen inspirados en el modelo del yuan digital, una iniciativa del gobierno de China para controlar las transacciones monetarias dentro de su territorio y proyectar influencia frente al dólar estadounidense. Venezuela, junto con aliados estratégicos como Rusia y Turquía, ha buscado replicar estas medidas en un intento de construir alternativas al sistema financiero dominado por Occidente.

En este sentido, analistas sugieren que el bolívar digital sería más un instrumento de control político y económico que una herramienta para mejorar la vida de los ciudadanos. Así como el Petro buscaba esquivar sanciones, el bolívar digital podría convertirse en una vía para reforzar el control del Estado sobre cada transacción realizada en el país. La dependencia histórica del chavismo respecto al modelo chino refuerza esta hipótesis: la llamada “hermana menor de la revolución china” reproduce prácticas de centralización y vigilancia que marcan distancia con la lógica descentralizada del ecosistema cripto global.

Entre la hiperinflación y la dolarización de facto

Mientras los proyectos digitales del chavismo naufragaban, la realidad imponía otro escenario: la dolarización de facto. En los mercados, comercios y hasta en el transporte informal, el dólar estadounidense desplazó al bolívar como referencia de valor. Paradójicamente, la moneda que el chavismo siempre señaló como el enemigo imperialista se convirtió en la única capaz de otorgar cierta estabilidad a los ciudadanos.

El bolívar digital, al igual que sus predecesores, no logró contener la inflación ni recuperar la confianza en la moneda nacional. En muchos casos, la población lo recibió con indiferencia, consciente de que los experimentos anteriores no habían dado resultados tangibles. La dificultad de convertir estas monedas digitales en bienes y servicios reales terminó por sepultar cualquier expectativa de éxito.

Conclusiones

La historia del Petro y del bolívar digital refleja los esfuerzos fallidos del chavismo por construir una economía digital bajo control estatal. Mientras el mundo explora monedas digitales de banco central con respaldo tecnológico e infraestructura sólida, Venezuela intenta imponer experimentos monetarios en un país marcado por la precariedad y la desconfianza.

El Petro, anunciado como la primera criptomoneda estatal del mundo, terminó siendo un fracaso sin impacto real en la economía venezolana. El bolívar digital, heredero de esa lógica, corre el riesgo de convertirse en otro intento fallido de sustituir con propaganda la incapacidad de generar confianza en la política económica. En paralelo, el dólar se consolidó como la única moneda que brinda cierta estabilidad, una ironía histórica que evidencia la distancia entre la narrativa oficial y la realidad cotidiana.

En definitiva, más que un avance hacia la modernidad, los proyectos monetarios digitales del chavismo han sido la confirmación de su desconexión con las verdaderas necesidades de los venezolanos.