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META REPITE LA HISTORIA CON UNAS GAFAS QUE RECUERDAN A GOOGLE GLASS

September 20, 2025

Un déjà vu tecnológico con sabor a fracaso

Meta ha vuelto a intentar conquistar el mercado con sus nuevas gafas inteligentes, pero el lanzamiento parece más una repetición de viejas historias que una verdadera revolución. Las comparaciones con el fallido Google Glass fueron inevitables: un dispositivo anunciado con fanfarrias, promocionado como la puerta hacia el futuro, pero que terminó como anécdota tecnológica. Hoy, la propuesta de Meta parece condenada a transitar el mismo camino, con promesas desproporcionadas y una ejecución torpe.

Durante la presentación, el público fue testigo de una serie de demostraciones que no lograron despejar las dudas. En lugar de transmitir confianza, los fallos en vivo recordaron que la tecnología inmersiva de Meta no está lista para el consumo masivo, repitiendo los tropiezos de otros proyectos que no pasaron de la fase experimental.

El metaverso, un refrito mal cocinado

No es la primera vez que Meta se presenta como pionera de una supuesta nueva era digital. Hace apenas unos años, Mark Zuckerberg dedicó miles de millones al metaverso, una plataforma que pretendía ser el futuro del trabajo y del entretenimiento. Sin embargo, la realidad fue muy distinta: se trataba de un refrito de Second Life con gráficos obsoletos y poca interacción real. La mayoría de los usuarios lo abandonó rápidamente y, hoy en día, se habla de ese proyecto como uno de los fracasos corporativos más costosos en la historia de la tecnología.

Que la compañía regrese ahora con unas gafas que prometen revolucionar la comunicación parece más un intento desesperado por recuperar relevancia que una estrategia sólida. Meta no ha aprendido que los consumidores castigan los productos que llegan al mercado antes de estar maduros.

Una presentación digna de parodia

El evento de lanzamiento buscaba generar entusiasmo, pero terminó convirtiéndose en material de burla. Mientras Apple presume eventos impecables para presentar productos como Vision Pro, Meta mostró gafas que fallaban en los momentos clave. En vivo, se intentó demostrar funciones como la llamada integrada y el modo “Conversation Focus”, pero los resultados fueron erráticos. La conexión se cortó, los comandos de voz no respondieron y los asistentes apenas podían ocultar la incomodidad.

Más que innovación, el espectáculo dio la impresión de improvisación. La incapacidad de Meta para mostrar gafas funcionando correctamente reforzó la percepción de que el producto aún es un prototipo maquillado para competir en un mercado que exige perfección. La burla no tardó en aparecer en redes sociales, donde usuarios compartieron clips con comentarios como “ni siquiera pudieron prender los lentes” o “esto es Google Glass 2.0, versión bug”.

La herencia de los fracasos tecnológicos

Meta se suma así a una larga lista de empresas que han intentado imponer el concepto de gafas inteligentes sin lograr convencer al público. El problema no es solo técnico, sino cultural: las personas aún sienten rechazo por dispositivos que parecen invadir la privacidad o que interrumpen la interacción natural. Si a esto se le añade que el propio fabricante no logra mostrar un funcionamiento confiable, el resultado es una fórmula perfecta para el fracaso.

Google aprendió la lección hace una década, y aunque mantiene proyectos discretos en el campo, nunca volvió a insistir en el mercado masivo. Meta, en cambio, parece repetir los mismos errores con una obstinación que raya en la ingenuidad.

Conclusiones

El nuevo intento de Meta por relanzar las gafas inteligentes está marcado más por la comedia involuntaria que por la innovación real. Las comparaciones con Google Glass no solo son inevitables, sino pertinentes: ambos proyectos encarnan promesas incumplidas y presentaciones fallidas que terminan siendo recordadas más por los memes que por sus logros.

Tras abandonar el metaverso, un proyecto inflado que resultó ser un refrito de Second Life, Meta ahora tropieza con un producto que no logra convencer ni siquiera en su propia presentación. Sus ingenieros insisten en hablar de futuro, pero lo que muestra parece anclado en un pasado de errores y fracasos.

Si la historia sirve de guía, las nuevas gafas de Meta pasarán a engrosar la vitrina de inventos que intentaron cambiar el mundo, pero terminaron como curiosidades tecnológicas sin impacto real. Y mientras tanto, los consumidores seguirán esperando una innovación que no solo prometa, sino que funcione de verdad.