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EL AUGE Y DECLIVE DE LOS CYBERCAFÉS EN LATINOAMÉRICA

September 27, 2025

Los Orígenes del Cybercafé

En la década de los 90, el acceso a internet era un lujo reservado para unos pocos. Las computadoras personales eran costosas, y las conexiones a internet, lentas y exclusivas para entornos empresariales o académicos. Sin embargo, un evento en Londres marcó un hito en la historia de la conectividad pública. En septiembre de 1994, Eva Pascoe, una emprendedora con visión, abrió el primer cybercafé del mundo, llamado Cyberia, en la calle Whitfield 39. Pascoe democratizó el acceso digital al ofrecer internet en un entorno accesible, inspirada en su propia frustración por la dificultad de enviar correos electrónicos en lugar de cartas tradicionales. Su idea era sencilla pero revolucionaria: permitir que cualquier persona, especialmente mujeres, que en esa época no solían tener acceso a computadoras propias, pudiera navegar por la web mientras disfrutaba de un café.

El concepto de Cyberia no solo atrajo a mujeres, sino a un público diverso que encontró en este espacio un lugar para conectarse al mundo digital. La cafetería se convirtió en un éxito inmediato, atrayendo la atención de medios y emprendedores. En pocos años, el modelo de negocio se expandió a ciudades como Edimburgo, París, Tokio y Bangkok, sentando las bases para una revolución en el acceso a internet.

La Llegada de los Cybercafés a Latinoamérica

En Latinoamérica, los cybercafés comenzaron a aparecer a mediados de los 90, pero su impacto se sintió con fuerza a principios de los 2000. En una región donde el costo de una computadora personal podía superar los $2,000 debido a impuestos y barreras económicas, el acceso a internet en casa era un sueño lejano para la mayoría. Los cybercafés llenaron este vacío, ofreciendo acceso a internet a un precio asequible, equivalente a uno o dos dólares por hora. Estos espacios se convirtieron en puntos de encuentro para estudiantes, profesionales y curiosos que buscaban explorar la web, enviar correos o realizar tareas.

En sus inicios, los cybercafés latinoamericanos operaban con pocas máquinas, a menudo equipos de segunda mano provenientes de empresas que renovaban su inventario. La velocidad de conexión, limitada a 56 Kbps en muchos casos, era suficiente para navegar en sitios como Yahoo, AltaVista o el incipiente Google. Portales como Terra y su popular Terra Chat se convirtieron en espacios vibrantes donde las personas intercambiaban mensajes en salas sin filtros, creando una experiencia social única.

La Cultura de los Videojuegos en los Cybercafés

A medida que los cybercafés evolucionaron, se convirtieron en epicentros de la cultura de los videojuegos. En Latinoamérica, estos locales introdujeron a toda una generación a títulos que definieron una era. Juegos como Counter-Strike, Half-Life, Warcraft y Grand Theft Auto: San Andreas se convirtieron en favoritos. Los cybers fomentaron comunidades gamer al permitir que amigos se reunieran para competir en partidas multijugador, creando recuerdos llenos de gritos, risas y rivalidades.

En países como Venezuela, Counter-Strike reinó en los cybercafés, con versiones como 1.5 y Source siendo las más populares. Otros títulos, como Rakion, Mu Online y Gunbound, también capturaron la atención de los jóvenes. Los cybercafés no solo ofrecían acceso a juegos, sino también a una experiencia social que las consolas domésticas no podían replicar. Adolescentes gastaban sus monedas en horas de juego, a menudo sacrificando la merienda para prolongar su tiempo frente a la pantalla.

El Auge de los Servicios Adicionales

Los cybercafés no se limitaron a ofrecer internet y videojuegos. Pronto, se convirtieron en centros multifuncionales que ofrecían servicios como impresiones, fotocopias y escaneos. Estos servicios atrajeron a estudiantes que necesitaban trabajos escolares impresos, a menudo a color, lo que generaba quejas de padres ante los costos. Algunos usuarios incluso pagaban a los encargados para que realizaran sus tareas, una práctica que se volvió común en los locales más concurridos.

Además, los cybercafés fueron pioneros en la distribución de contenido digital. Los usuarios acudían a descargar música, películas o programas en disquetes, CDs o memorias USB. Sin embargo, no era raro que alguien llegara a casa emocionado solo para descubrir que había copiado un acceso directo en lugar del archivo deseado, un error que marcó a muchos en esa época.

La Influencia de los PC Bangs

Mientras los cybercafés en Latinoamérica prosperaban, en Corea del Sur surgía un concepto más avanzado: los PC Bangs. Estos locales, similares a los cybercafés pero con computadoras de alta gama, se enfocaban en los videojuegos. Los PC Bangs inspiraron innovaciones en los cybercafés latinoamericanos, que comenzaron a incorporar equipos más potentes para atraer a jugadores. A mediados de los 2000, algunos cybers en la región se transformaron en espacios dedicados al gaming, con máquinas capaces de correr juegos exigentes como League of Legends y Left 4 Dead.

Esta evolución marcó un punto de inflexión, ya que los cybercafés pasaron de ser simples puntos de acceso a internet a centros de entretenimiento. En algunos casos, los locales ofrecían comida y bebida, replicando la experiencia de los PC Bangs coreanos, donde los usuarios podían pasar horas jugando sin moverse de su asiento.

El Declive de los Cybercafés

A pesar de su popularidad, los cybercafés comenzaron a desaparecer a partir de 2010. Los avances tecnológicos jugaron un papel crucial en su declive. La democratización de la tecnología permitió que, para 2015, ocho de cada diez familias en Latinoamérica tuvieran acceso a una computadora con internet. Los precios de los equipos cayeron significativamente, y las conexiones de banda ancha se volvieron más accesibles. Los videojuegos, que alguna vez fueron el principal atractivo de los cybers, ahora podían jugarse desde casa con consolas o PCs más potentes.

La pandemia de COVID-19 en 2020 asestó un golpe devastador. Con los locales cerrados por restricciones sanitarias, muchos dueños se vieron obligados a vender sus equipos en el mercado de segunda mano para sobrevivir. En marzo de 2025, se estima que cerraron alrededor de 500 cybercafés en Corea del Sur, y en Latinoamérica, la tendencia fue similar. La necesidad de teletrabajo y educación remota aceleró la adopción de computadoras en los hogares, reduciendo aún más la relevancia de los cybers.

Conclusiones

Los cybercafés en Latinoamérica fueron mucho más que simples negocios; fueron espacios que democratizaron el acceso a la tecnología en una región marcada por barreras económicas. Desde sus orígenes inspirados en Cyberia hasta su transformación en centros de gaming, estos locales dejaron una huella imborrable en la cultura digital de los 90 y 2000. La nostalgia por los cybers perdura en quienes vivieron sus momentos de gloria, recordando partidas épicas, charlas en Terra Chat y el sonido de teclas resonando en un local lleno de vida. Aunque su declive fue inevitable ante el avance de la tecnología, los cybercafés representan una era de innovación, comunidad y conexión que marcó a toda una generación.